Si entramos en la Catedral de Sevilla por la puerta de San Miguel, a nuestra derecha la segunda capilla que nos encontramos es la Capilla de Santa Ana o del Cristo de Maracaibo.
Maracaibo es una ciudad del noroeste de Venezuela, situada a orillas del lago de Maracaibo. ¿Qué hace pues el “Cristo de Maracaibo” en la Catedral de Sevilla? La historia es muy curiosa…..
De San Antonio de Gibraltar a Maracaibo
En Julio de 1600 la ciudad de San Antonio de Gibraltar, en Venezuela fue atacada por un numeroso ejército integrado por indígenas que llegaron en 140 canoas. Los pobladores españoles, viendo lo numeroso de las fuerzas atacantes huyeron a los montes. La ciudad fue saqueada sin resistencia.
También lo fue la iglesia, en cuyo interior se encontraba un crucifijo de gran tamaño que fue doblemente asaeteado e incendiado. En ese momento se produjo el milagro según el cual a pesar de que la cruz ardió completamente, el Cristo quedó de pie en el aire, visto lo cual los indios huyeron despavoridos y aún muchos de ellos se convirtieron.
El Cristo del Milagro
El Cristo del Milagro, como se le empezó a llamar, ennegrecido por el fuego y su cuerpo marcado por los flechazos fue trasladado a Maracaibo con el objeto de ser devuelto a Gibraltar tras la restauración de su iglesia. El problema es que el Cristo había adquirido fama de milagrero en Maracaibo y una vez terminada la restauración de la iglesia en Gibraltar, los maracaiberos se negaron a devolverlo.
El litigio llegó a Sevilla al Consejo de Indias, órgano superior en la administración de todas las colonias españolas de ultramar. Tras escuchar a las partes, se determinó que fuera el propio Cristo quien diera la solución. Sería puesto en un barco de vela sin tripulación en el centro del lago Maracaibo y él mismo decidiría hacia dónde encaminarse.
Así se hizo. El día señalado, ante multitudes en las orillas, la balandra con el Cristo fue soltada en el lago, y aunque al principio un tímido viento comenzó a acercarla a Gibraltar, finalmente la corriente decidió que su destino fuera Maracaibo, dónde se instala en su iglesia matriz con el nombre de Santa Reliquia, adquiriendo rápidamente una gran devoción en el resto del Continente (Colombia y México).
El Cristo de Maracaibo de Sevilla
Continúa la historia diciendo que, más adelante, un obispo de Santa Fe de Bogotá, en un viaje con destino Roma, se vio sorprendido en el Golfo de Venezuela por un enorme temporal que hizo peligrar la embarcación en que viajaba. El obispo se encomendó entonces al Cristo de Maracaibo y le ofreció la construcción de un altar si los ayudaba en el trance. Por supuesto se produce el milagro y salen sin percance del desastre.
El obispo continuó su viaje y recalaron en Sevilla, donde acababa de fallecer su obispo, y el Papa decide otorgarle el puesto a nuestro religioso, quien cumple su promesa en la Catedral, donde sabemos que patrocina la pintura sobre tabla (¿también un retablo?) que después de tener diversas localizaciones en el Templo acabó desapareciendo y siendo sustituida en el siglo XIX por la que hoy se presenta en este altar.
Hay que admitir que el cuadro hoy expuesto en la Capilla y considerado una copia del siglo XIX del original no tiene ninguna semejanza con el Cristo de madera venerado en Maracaibo que vemos en la foto de arriba, muy primitivo y oscuro. Podemos suponer que ya la primera obra se separara del aspecto real de la escultura y la segunda pervirtiera de forma definitiva la memoria de la misma.
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