EL ORIGEN DE LA IMPRENTA EN SEVILLA

            

LA MEMORIA DE LA IMPRENTA EN SEVILLA Y LOS CROMBERGER en la actual calle Pajaritos.

Foto Citytour Sevilla

             Al entrar en la calle Pajaritos desde la calle Francos, nos llama la atención en la hermosa fachada color albero de su número 7 una gran placa de mármol que nos recuerda otra interesante curiosidad de la Historia de nuestra ciudad: el establecimiento allí en el siglo XVI de un “lobby” del negocio de la  impresión de libros y grabados por parte de una familia de origen alemán, que tuvo su continuidad en México en la que sería la primera imprenta establecida en América.

La saga de los Cromberger

             La entonces famosa saga de los Cromberger se inicia con Jacobo (también llamado Jácome), oriundo de Nuremberg (según fuentes), quien trabajó en Sevilla en el taller de otros impresores llamados Meinardo Ungut (de origen alemán o flamenco) y Estanislao Polo (polaco). Tras la muerte del primero, se casó con su joven viuda, Comincia de Blanquis, y se hizo con el taller.

En una época en la que el transporte por tierra era lento y caro, los centros de la imprenta más importantes necesitaban acceso a los ríos o al mar, pues el capital necesario, el alto costo del papel, y los problemas de distribución así lo exigían. Todo ello favoreció a ciudades como París, Venecia, Amberes y Sevilla. 

A eso unimos el Descubrimiento de América y el establecimiento en Sevilla en 1503 de la Casa de la Contratación, institución rectora del monopolio colonial que se encargó de la administración y organización de la Carrera de Indias, el tránsito de navíos, pertrechos, hombres y mercancías entre España y América.

Jacobo se dedicó primero a la impresión, combinando la producción de obras breves con otras de mayor enjundia como los libros litúrgicos, manteniendo buenas relaciones con la Iglesia, con la orden franciscana y con miembros del Cabildo catedralicio; y de su imprenta salieron también obras erasmistas,  libros de caballería de consumo masivo, así como la interesantísima “Suma de Geographía…” del aventurero sevillano Martín Fdez. de Enciso.

Jacobo Cromberger convirtió su taller en la imprenta española más importante de la primera mitad del siglo XVI, siendo considerada su labor tipográfica como excepcional por su perfección, belleza y diversidad de títulos.

Así mismo ejerció como editor y librero, y después diversificó sus negocios adquiriendo casas y tierras de labor, y comprando y vendiendo esclavos, a los que empleó a veces como mano de obra en su imprenta. (Cuando envió su esclavo Pedro a México, estaba tasado en 100 ducados o 37.000 maravedíes al ser muy probablemente un artesano cualificado, ya que el precio medio de un esclavo negro en Sevilla por entonces era de alrededor de 11,000 maravedíes).

Se asoció con su yerno, Lázaro Nuremberger, otro alemán con mucha experiencia en comercio internacional y con quien participó en inversiones americanas de minería y joyería.

Este éxito en sus negocios de imprenta en Sevilla le llevó a buscar un local más grande que el que tenía en la calle de Génova (actual Avda. de la Constitución, donde se concentraban los libreros en aquel tiempo). Así, desde 1511 la nueva casa se situó en la calle de Marmolejos (posteriormente llamada de la Imprenta, y hoy, actual calle Pajaritos –parece ser que por una antigua taberna llena de jaulas con pájaros cantores-), en la parroquia de San Isidoro.

Como dato para entender la preponderancia sevillana en la imprenta, hay constancia de unas 300 ediciones realizadas en Sevilla desde 1501 hasta 1520, mientras que en Lisboa sólo se hicieron 39.

La Expansión del negocio

            Su hijo, Juan Cromberger expandió el negocio familiar con la ventaja del legado paterno: un oficio, un taller floreciente y bien equipado, y una extensa red de clientes, que contaba además con el muy atractivo comercio americano, pues Juan tuvo el honor histórico de haber enviado a la ciudad de México la primera imprenta que funcionó en tierras americanas y que está documentada.

Esto ocurrió en Sevilla en 1539 cuando firmó un contrato con un ambicioso empleado suyo, el lombardo Giovanni Paoli, natural de Brescia (que castellanizó su nombre como Juan Pablos), y que era componedor de letras de molde en el taller. Pablos acepta marchar a México con su manutención asegurada por su patrón, así como la de su mujer y operarios; y a cambio debía permanecer allí diez años, tras los cuales recibiría una quinta parte de los beneficios generados.

Así, en ese mismo año salió a la luz el primer impreso americano: la “Breve y más compendiosa doctrina christiana en lengua indígena mexicana y castellana…”, encargada por el obispo Juan de Zumárraga. Un año después editó “Manual de los adultos para bautizar”, de fray Pedro de Logroño. Estas fueron las dos primeras obras impresas en el Nuevo Mundo de las que queda constancia documental.

Juan Cromberger se había casado con Brígida Maldonado, procedente de una familia de libreros de Salamanca. Al morir él, manejó la imprenta y los negocios familiares de ultramar hasta que su hijo Jácome tuvo edad suficiente para hacerse cargo de los mismos.

               Jácome Cromberger tomó la responsabilidad de la imprenta en 1545, pero poco después la calidad de las impresiones bajaría, y el ambiente económico se volvió desfavorable con mucha competencia extranjera y también local. Por otra parte, Jácome mantenía diversos intereses económicos sin mucho éxito y terminó cargado de deudas, estando en la cárcel en varias ocasiones. Posteriormente se marchó a las Indias, donde fallecería en 1560, habiendo sido el último en ejercer el oficio de la familia.

La revolución cultural de la Imprenta

                Como anécdota, en 2018 se celebró en toda Europa el Año Gutenberg, conmemorando el 550 aniversario de la muerte del inventor de la  imprenta, Johannes Gutenberg (de Maguncia), con actos desarrollados especialmente en Alemania, Francia y España.

La imprenta con tipos móviles se considera uno de los inventos de mayor trascendencia para la evolución de la Humanidad haciendo posible la multiplicación mecánica de textos, al permitir formar líneas de escritura a partir de elementos individuales, metálicos, independientes y reutilizables que encajaban en moldes. Esos tipos, junto con la prensa y las tintas (inicialmente negra y roja, mezcladas con barniz o aglutinante) componían básicamente el taller.                                    

Los testimonios más antiguos documentados de libros impresos en talleres españoles se remontan a la década de 1470, con el Sinodal de Aguilafuente (Actas de un Sínodo diocesano, impreso en Segovia en 1472) como el libro fechado más antiguo que  se conoce; mientras que el primer libro impreso en Sevilla fue el Repertorium (un compendio de Derecho canónico) del jurista Alfonso Díaz de Montalvo, en 1477.

                             El trabajo en una imprenta manual. Grabado de Matthäus Merian, 1642.

                La primera edición de la imprenta en Sevilla de Cromberger fue “In magistri Petri Hispani Logicam indagatio” en 1503, y desde entonces, durante toda la carrera de Jacobo y de sus sucesores, alrededor de dos tercios de los libros impresos en Sevilla salieron de su imprenta. Esto se sabe porque la mayoría de los libros de los Cromberger llevaban su firma (“I.C.”  con una cruz en la parte superior de una esfera dividida), editando muchos de los “best-sellers” de la época, desde obras erasmistas hasta la serie caballeresca de Amadís de Gaula, leída por Cervantes en ediciones salidas de sus prensas. De sus talleres salieron unas 600 ediciones y, por tanto, miles de ejemplares.

Jacobo vendió los libros de su imprenta en Sevilla por toda España, Portugal y se sabe que se vendieron hasta en Alemania. En 1512 vendió algunos pliegos de grabados de madera y dos mil “Cartyllas de enseñar a leer” a una expedición franciscana que partió para evangelizar a los indios del Caribe.

Los Cromberger editaron muchos de los títulos que circulaban con más frecuencia en las Indias: ediciones litúrgicas, libros de horas, obras de devoción, los escritos de los Padres de la Iglesia en castellano, algunas de las obras de Nebrija, tratados de medicina en castellano, crónicas, escritos de Erasmo, y libros de entretenimiento como romances y coplas, la Celestina, y la ficción caballeresca. También imprimieron una innovadora serie de pequeñas ediciones de autores clásicos como Lucano, Ovidio y Virgilio.

                Sólo Juan Cromberger tiene dedicada una calle en Sevilla, cerca del Centro Deportivo Piscinas Sevilla de la Avenida Ciudad Jardín, mientras que hay otra dedicada a Juan Pablos en el Barrio del Porvenir.

             Si le apetece conocer más sobre Sevilla de la mano de un buen profesional, los guías oficiales de Citytour Sevilla estaremos encantados de atenderle.

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