EL PANEL CERÁMICO STUDEBAKER EN LA CALLE TETUÁN DE SEVILLA. MUCHO MÁS QUE EL ANUNCIO DE UN COCHE.

Cuando paseamos por la calle Tetuán y llegamos al número 9, podemos deleitarnos admirando un panel cerámico de gran tamaño publicidad de la marca de coches Studebaker y que forma parte del imaginario que guardamos en nuestra memoria desde que nos llamó la atención por primera vez en nuestra infancia al pasar por allí de la mano de nuestros padres.

Al haber sufrido daños por roces, golpes, el paso del tiempo y actos de vandalismo urbano, ha sido restaurado en más de una ocasión; y su supervivencia se puede considerar hoy como un verdadero milagro, dada su posición a ras de la calle y el recuerdo del tráfico rodado, suprimido con la peatonalización de la calle en 1992.

Dado que el sentido de la circulación iba de Plaza Nueva a la Campana, la broma habitual de nuestros padres en algún momento consistía en preguntarnos qué defecto tenía el anuncio, y, claro, la respuesta era ¡¡que el coche representado iba a contramano!!

El panel es una de las obras maestras del insigne pintor ceramista sevillano don Enrique Orce Mármol, realizado en azulejos de 20 x 20 cm, y firmado por él (zona inferior derecha) en 1924 en la Fábrica de la Viuda e Hijos de Manuel Ramos Rejano, en Triana (como queda constatado en una cartela de la cenefa decorativa superior). Sus medidas son de 2,80 x 4,60 metros y fue elaborado con la técnica de la pintura al aguarrás, procedimiento pictórico de cerámica en el que los colores se disuelven en esencia de trementina permitiendo obtener unos acabados más finos y perfectos,  casi fotográficos.

Studebaker
Foto: Citytour Sevilla

Su ubicación (hoy en día el local está ocupado por una joyería) fue, en origen, la fachada del desparecido Bar El Sport, que regentó don José Guillén (Pepe “el del Sport”) concebido, más allá de un simple bar, como un sucedáneo (en pequeño formato) de club masculino a la inglesa con derecho de admisión, tertulias, ocio, y conversación señorial. Como anécdota, la primera admisión femenina al interior del Bar la protagonizó tiempo después la tonadillera Juanita Reina.

En los años 20, Guillén era muy amigo de don Vicente Aceña, representante en Sevilla de la firma norteamericana de automóviles, y lo convenció para que el panel cerámico publicitario que éste tenía planeado colocar en alguna calle transitada del centro de la ciudad, fuese a parar a la fachada de su Bar El Sport, justo enfrente del también desaparecido Teatro San Fernando (cuyo solar ocupan hoy los almacenes C&A).

Hay que añadir que el autor, Enrique Orce fue un prolífico artista, y especialmente solicitado por los arquitectos para participar en los programas decorativos de los encargos relacionados con la Exposición Iberoamericana de 1929 (como, por ejemplo, algunos paneles de la Plaza de España, o el revestimiento cerámico del Hotel Alfonso XIII).

Panel cerámico recordatorio colocado a la altura del antiguo Nº101 de la C/ S.Jacinto. Foto: Citytour Sevilla

LA FIRMA STUDEBAKER.

A través de una labor de documentación (como solemos hacer los guías oficiales para ofrecer una información correcta a nuestros clientes) hemos llegado a la conclusión de que el anuncio publicitario tiene como protagonista principal al modelo “Big Six” o su variante “Special Six” que la casa Studebaker lanzó al mercado ese mismo año de 1924.  Pero…. ¿Cómo empezó todo?

En el siglo XVIII, la falta de libertad, los conflictos religiosos y políticos, así como las  duras normas gremiales de Alemania llevaron a algunos miembros de la familia Staudenbecker a emigrar, llevándose consigo desde la ciudad de Solingen su maestría en el arte de la cuchillería y la forja. De allí pasaron a Hagen y después a Rotterdam (modificando su apellido como Stutenbecker, y finalmente Studebaker), desde donde los hermanos Peter y Clemens junto a  otros familiares embarcarían hacia Norteamérica, llegando en 1736 a Filadelfia (Pensilvania). Las generaciones siguientes prosperaron, adquirieron tierras y se dedicaron a la fabricación de vagones y carruajes de caballos y la forja también en Ohio;  y ya a mitad del siglo XIX, Henry y Clement Studebaker crearon en Gettysburg (Pensilvania) la compañía H & C Studebaker Wagon Company. Junto con su hermano John M., abastecieron al ejército unionista en la Guerra Civil y después las primeras compañías de automóviles les encargaban los chasis (en un principio, en madera). Ya en el siglo XX, la renombrada Studebaker Corporation, comienza la fabricación de su propia marca de coches en 1902.

En los años 20 y bajo el impulso de un nuevo ingeniero jefe y un nuevo presidente, la gama Studebaker fue completamente renovada. En 1920 el modelo Four fue sustituido por el Light Six, con motor de 6 cilindros y 3.400 cc;  y la serie fue completada con el Special Six de 4.735 cc y el Big Six de 5.800 cc. La potencia de estos motores era de 45, 55 y 56 CV, a una rotación de 2.000 rpm.

Y  así, atravesando por momentos de gran éxito de ventas con otros de gran dificultad (hasta llegar a fusionarse con Packard en 1954), en Marzo de 1966, la compañía Studebaker abandonaba definitivamente la producción de automóviles.

INSPIRACIÓN.

Los hermanos Clement, Henry y John M. Studebaker tenían además cinco hermanas: Sally (Sarah), Nancy, Elizabeth, Rebecca y María (todas fallecidas antes del lanzamiento del modelo que nos ocupa, salvo María, que murió en 1925). Intuimos que los publicistas de la firma quisieron homenajear de algún modo la memoria de las cinco “Studebaker sisters” (que no eran precisamente agraciadas con el don de la belleza, como pueden comprobar en la foto inferior); y de este modo, cinco hermosas mujeres jóvenes en una actitud de alegre dinamismo y adaptación a los nuevos tiempos, serían las protagonistas de los carteles y anuncios publicitarios del nuevo Studebaker 6 cilindros “Big Six” y su variante “Special Six”. Sin duda esta publicidad sería ofrecida a don Enrique Orce como fuente de inspiración para la composición de su fabuloso panel sevillano, tal y como pueden apreciar en estas curiosas reproducciones que acompañamos.

Foto: https://www.studebakermuseum.org/blog/meet-the-studebaker-sisters/

En cuanto al curiosísimo detalle de la inclusión en la composición de la extraordinaria escultura del Pensador; una de las más famosas de todos los tiempos (y de tan sólo unos 70 cm en su tamaño original), hay que explicar que fue creada por Auguste Rodin como respuesta a un encargo del Estado francés en 1880 que para decorar el dintel de su obra en bronce La Puerta del Infierno. Fue titulada entonces “El Poeta” y representaba a Dante, el autor de La Divina Comedia, inclinado hacia delante para observar los círculos del Infierno, y meditando sobre su obra.

Foto: Musée Rodin,Adam Rzepka

Sin embargo, a partir de 1888 Rodin la reprodujo por separado, convirtiéndose en una obra autónoma. Ampliada de tamaño en 1904, adquirió una dimensión monumental que acrecentó mucho más su popularidad y magnetismo: la imagen de un hombre desnudo inmerso en sus reflexiones, pero cuyo potente cuerpo musculoso sugiere una capacidad de reacción en cualquier momento.

Pues bien, un coleccionista, mecenas y prestigioso médico oftalmólogo alemán, el doctor Max Linde compró a Rodin en 1905 uno de los ejemplares ampliados del Pensador para decorar el parque de su residencia de Lübeck (ciudad del norte de Alemania) en la misma época en la que tuvo amistad con el pintor noruego Edvard Munch (precursor del expresionismo alemán y famoso por su impactante lienzo existencialista “El Grito”, de 1893), a quien realizó varios encargos. Así, en 1907 Munch pintó el Pensador en la residencia del doctor Linde, integrado en el paisaje del parque y con la señora Linde vestida de blanco junto al  resto de la familia al fondo. El doctor Linde llegaría incluso a publicar un breve ensayo titulado “Edvard Munch und die Kunst der Zukunft” (Edvard Munch y el Arte del Futuro), y el cuadro sería adquirido posteriormente para la colección del Museo Rodin de París.   

Créditos foto: ADAGP,Paris,2012.-Musée Rodin

Por todo lo expuesto en este artículo, consideramos el panel como una maravillosa obra sin igual, ya que esboza con actual regusto “vintage” una cierta añoranza (en 1924) de la ya pasada Belle Époque (abruptamente concluida por la I Guerra Mundial),  a través de la vestimenta y la actitud divertida de las cinco señoritas que se pasean en su señorial gran coche último modelo Studebaker (un toque feminista en un cierto guiño “comercial” al movimiento vanguardista llamado “Futurismo” desarrollado por el poeta italiano Marinetti una década antes, y que apostaba por el progreso mecánico en relación al tiempo, la velocidad y la energía), y a la misma vez que, en su agradable ruta, atraviesan un parque decorado con la intemporal escultura del Pensador de Rodin.

Si desea realizar alguna ruta a pie para descubrir mucho más, los guías oficiales de Citytour Sevilla estaremos encantados de acompañarle.

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