Según hemos podido conocer siguiendo las noticias publicadas la pasada semana, un equipo multidisciplinar del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, formado por especialistas de Medicina Interna, Medicina Familiar y profesionales de Enfermería, trabajarán in situ prestando asistencia sanitaria a las Hermanas de la Cruz, que permanecerán aisladas en su convento del centro de la ciudad después de confirmarse 83 casos positivos de coronavirus.
La Consejería de Salud de la Junta ha decidido medicalizar este convento de modo que sean manos profesionales las que faciliten cuidados a las hermanas equiparables a los que pudieran recibir ingresadas en un centro hospitalario. Y además, se han habilitado dos puestos informáticos para que los profesionales puedan trabajar allí en la historia clínica digital, prescribir medicamentos, y para que puedan realizar pruebas a los contactos que hayan podido tener las monjas en su encomiable labor asistencial.
Puerta del convento con los mensajes de devotos y dibujos de niños.
El convento, frecuentado por muchos devotos que acuden a diario a venerar el cuerpo incorrupto de Santa Ángela permanece, lógicamente, cerrado a los fieles. Con la máxima humildad, un cartelito escrito a mano y colocado en la puerta informa de que “en estos días no se puede atender a nadie, perdonen las molestias”, estando rodeado de dibujos de niños y estampitas y mensajes con el deseo del pronto restablecimiento de las monjas.
La impagable e ingente obra de caridad que realizan con enfermos y pobres supone obviamente una fuerte exposición al virus; pero ellas decidieron no suspenderla ni siquiera durante el confinamiento general por el estado de alarma, recorriendo de dos en dos (como es habitual verlas cada vez que salen del convento) las solitarias calles de Sevilla y recibiendo a las puertas del convento la solidaridad de empresas que les enviaban camiones con comida que para que la repartieran entre las personas más necesitadas.
Hay que añadir que el brote tiene también sus consecuencias en el ámbito educativo, ya que ha obligado a confinar un aula de niñas de cinco años en el Colegio Ángela Guerrero, el centro de educación concertada que gestionan las Hermanas de la Cruz.
El Colegio Ángela Guerrero en la confluencia de las calles Doña María Coronel y Gerona, con su azulejo de la Virgen de la Salud (Salus Infirmorum).
Como dato interesante a saber, la Orden cuenta hoy con cincuenta y tres casas repartidas entre España, Italia y Argentina, diecisiete residencias de ancianas, varios colegios de infantil y primaria, ocho residencias de niñas y la programación de servicios diarios de cuidado a domicilio para enfermos pobres.
Sin duda alguna es la Orden religiosa más cercana al pueblo llano, y lo ha sido desde el mismo instante de su fundación por la sevillana Ángela Guerrero González. Nacida en el seno de una familia muy humilde en 1846, sintió la vocación siendo muy joven, y con la ayuda de su director espiritual y confesor, el padre José Padilla, encaminó su espiritualidad hacia el auxilio y cuidado de las personas más desfavorecidas.
Organizó el germen de la Congregación con otras tres compañeras en 1875 (aunque la ratificación papal data de 1904) en una habitación alquilada en la calle San Luis, pasando sucesivamente a instalarse en casas de las calles Hombre de Piedra, Lerena y Cervantes hasta su emplazamiento definitivo en la Casa Madre (antigua Casa-Palacio de los Marqueses de San Gil).
Fallecida en 1932 a causa de una embolia cerebral, Santa Ángela fue beatificada en 1982 por el Papa Juan Pablo II (quien rezaría arrodillado frente a su cuerpo en su visita a Sevilla) y posteriormente fue canonizada también por él en 2003. Como Madre General de la Orden destacaría desde los años 70 hasta su fallecimiento en 1998 la madrileña María Isabel Salvat Romero (Madre María de la Purísima), igualmente beatificada (en 2010, por Benedicto XVI) y más tarde canonizada (en 2015, por el Papa Francisco).
Ambas descansan en el presbiterio de la Capilla pública del convento.
Monumento a Santa Ángela de la Cruz del escultor Antonio Gavira Alba, de 1965. Aparece ataviada con el hábito de la Orden y llevando un rosario, un libro y un crucifijo que apoya sobre el corazón. Está ubicado en un minúsculo jardín cerrado, sobre un pedestal donde puede leerse: «A Sor Ángela de la Cruz, Madre de los Pobres, Sevilla agradecida».
Como pequeña anécdota histórica, cuando falleció la infanta María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón en 1897, fue amortajada y enterrada en el Escorial con el hábito de las Hermanas de la Cruz, por deseo propio, dada su vinculación con la comunidad y su amistad personal con sor Ángela, continuadora contemporánea de la labor impulsada en el siglo XVII por el venerable don Miguel de Mañara: ocuparse de los pobres por encima de todo.
Si desea saber más sobre la religiosidad popular sevillana a través de sus monumentos, los guías oficiales de Citytour Sevilla estaremos encantados de acompañarle en una visita guiada.