Fotos © Citytour Sevilla
Desde el pasado mes de Marzo y hasta el próximo día 2 de mayo se puede disfrutar en la sede de la Casa de la Provincia (Plaza del Triunfo) la interesante Exposición titulada “Sebastián Santos, el genio”, que está organizada por el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla y la Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de los Dolores, del Cerro del Águila, junto con la colaboración de la Diputación de Sevilla. En total: 45 imágenes religiosas y ocho obras civiles.
El pretexto para desarrollar este proyecto ha sido la efeméride del CXXV aniversario del nacimiento del gran escultor e imaginero Sebastián Santos, dentro de los actos conmemorativos del LXXV aniversario de la fundación de la citada Hermandad.
Sebastián Santos Rojas, considerado por los historiadores del Arte como uno de los más relevantes e innovadores imagineros del siglo XX, nació el 2 de Noviembre de 1895 en Higuera de la Sierra (Huelva) en el seno de una familia humilde formada por un albañil y una ama de casa, y siendo el último de trece hijos.
De vocación muy temprana (pues comenzó a dibujar y a elaborar figurillas con barro a los ocho años), Sebastián Santos tuvo una formación principalmente autodidacta y recibió una educación básica en su pueblo y en los Salesianos de Sevilla (gracias al apoyo de una familia acomodada de Higuera), trabajando también en labores de albañilería, pastoreo y tareas agrícolas con sus tíos (en El Pedroso) al haber perdido a sus padres en su adolescencia y en tan sólo un año (con la consecuente dispersión de la familia). Esas circunstancias familiares y laborales hacen que su establecimiento en Sevilla con taller propio (en la calle Castellar) y su despegue artístico ocurra a partir de su treintena, habiendo trabajado antes en las fábricas trianeras de Cerámicas Montalván y Pedro Navia, a la vez que tomaba clases en la antigua Escuela de Artes y Oficios Artísticos, ubicada entonces en el actual Museo de Bellas Artes.
Entre sus profesores, destacaron el pintor Gonzalo Bilbao y los escultores Francisco Marco y Díaz-Pintado y Agustín Sánchez-Cid (quien, como curiosidad, aparte de escultor era médico de formación y catedrático de Anatomía Artística), abriéndose al mundo profesional y a los contactos de futuros clientes al colaborar en el taller del maestro Manuel Delgado Brackembury.
Casado con Francisca Calero en 1933, tuvo cuatro hijos, de los cuales dos, (Jesús y Sebastián) tomaron el mismo camino artístico aunque con trayectorias muy diferentes. Tras una breve etapa como docente llegó a su plenitud artística (y ejerciendo también de restaurador) en las décadas de los años 50, 60 y 70. Falleció en Sevilla el 16 de Julio de 1977.
En los paneles con textos, esta Exposición nos permite acercarnos a las distintas etapas de su vida familiar y profesional, así como algunos aspectos más personales, como la profunda religiosidad plasmada en su obra o su curioso intercambio de piezas artísticas con su amigo, el pintor Alfonso Grosso.
Según la información aportada, en su producción se cuentan unas cuarenta Dolorosas, otras tantas Vírgenes de Gloria, ocho Inmaculadas, doce imágenes de Cristo en distintos misterios y casi medio centenar de Santos de diversas advocaciones, sin contar las piezas de escultura no religiosa. Revisando, cómo no, la tradición barroca andaluza, con el referente principal de Juan Martínez Montañés, nuestro protagonista aportó en el siglo pasado una línea imbuida de misticismo, elegancia, exquisitez en el modelado y naturalismo en las expresiones de rostro y manos de una gran calidad plástica, que llega incluso a los detalles de los acabados de los que se ocupaba con sumo cuidado: carnaciones, estofados, policromías, ojos de cristal, lágrimas (con la curiosidad de tener preferencia por colocar siete entre las dos mejillas, en referencia a la advocación tradicional de los llamados Siete Dolores de María).
Fotos © Citytour Sevilla
En el patio principal se despliega una serie de magníficas fotografías de gran tamaño de sus obras procesionales más logradas; entre otras muchas: María Santísima de la Concepción (de la Hermandad del Silencio); Santa Marta y La Virgen de las Penas (Hermandad de Santa Marta), la Virgen de los Dolores (Hermandad del Cerro), Virgen de la Merced (Hermandad de Pasión), o el impresionante Cristo del misterio eucarístico (Hermandad de la Sagrada Cena).
Hemos de mencionar también el reto que supuso la creación de un Simón Cirineo para acompañar, ni más ni menos, que a la portentosa imagen de Nuestro Padre Jesús de la Pasión, de Martínez Montañés. Aunque la Hermandad finalmente no se decidió a incorporar este personaje en su paso de Cristo, la obra es verdaderamente remarcable y ofrece algunas notas de autorretrato.
Y no podemos olvidar la mención obligatoria, dentro de su repertorio profano, a los dos monumentos sevillanos dedicados al mito de Carmen, la Cigarrera, y a Miguel de Cervantes, realizados ambos en su etapa final de trabajo.
En la estatua de Carmen, inaugurada en 1973 en el Paseo de Colón, ofrece una postura muy natural del personaje de Merimé: nos la muestra con una mano en la cadera mientras que la otra recoge un poco su falda de volantes a la vez que eleva la mirada dirigida a la Plaza de Toros de la Real Maestranza.
El otro encargo del Ayuntamiento, el monumento a Miguel de Cervantes, de 1974, está ubicado en el ángulo de las calles Entrecárceles y Francisco Bruna, (un guiño a su paso por la cárcel en Sevilla durante unos meses del año 1597, ante las irregularidades que presentó como recaudador de Abastos para la Real Armada), y está compuesto por un pedestal de granito y mármol blanco que sostiene la figura en bronce desde la altura de las caderas hasta la cabeza. Con rasgos muy naturalistas, siguiendo el imaginario popular que hemos heredado del universal escritor. Nos lo presenta con jubón, cuello de gola y capa plegada sobre el hombro izquierdo a la vez que lleva un ejemplar del Quijote en una mano y con la otra sujeta la empuñadura de la espada, haciendo así alusión a su doble trayectoria militar y literaria.
Como anécdota (que en su momento no tuvo ninguna gracia y, por lo visto, causó un gran disgusto al artista), en el Parque de la Alquería del Pilar, frente a la Casa de la Cultura de Dos Hermanas, se encuentra la adaptación del Don Juan Tenorio que realizó en bronce su hijo (el también escultor y catedrático universitario Sebastián Santos Calero), a partir del modelo de escayola (fotografía de inicio de este artículo) realizado por su padre. Este proyecto fue remunerado en su día al artista por el Ayuntamiento de Sevilla; pero después no fue rematado y fundido en bronce, al cruzarse por medio el ofrecimiento gratuito de la empresa constructora Arteconsa que financió otro proyecto diferente del escultor Nicomedes Díaz Piquero. Y este otro monumento al mito de Don Juan sí fue colocado, como conocemos, en la Plaza de Refinadores del Barrio de Santa Cruz en 1974.
En definitiva, esta es una muy buena ocasión para acercarse al mundo creativo de un escultor que desarrolló su propio concepto de belleza plástica con una profunda emoción devocional en sus imágenes de carácter religioso, y grandes dotes técnicas en la conjugación de autenticidad naturalista y espiritualidad idealizada con un soplo de contemporaneidad que ha dejado una personalísima huella en muchas iglesias y espacios públicos de nuestra ciudad.
Disfrute del patrimonio artístico de Sevilla con nuestro equipo de guías turísticos oficiales de Citytour Sevilla. Le esperamos!