Catalina de Ribera

Fotos © Citytour Sevilla

El linaje de Catalina de Ribera

Catalina de Ribera es una figura histórica del siglo XV y XVI. Una mujer del linaje nobiliario importante de los Ribera por parte de padre pero también hay que destacar la influencia cultural y política que tuvo por parte de la familia de su madre, María de Mendoza. Los Mendoza apoyaron a la joven princesa Isabel durante la Guerra contra su sobrina Juana de Castilla. Cuando terminó la disputa a favor de Isabel, los miembros de la familia de los Mendoza fueron unos de los más cercanos de los Reyes Católicos.

Las ausencias del padre de Catalina durante muchos meses al año por participar en las guerras obligó a su madre, María de Mendoza, a tomar las riendas de los negocios de la familia, lo que constituyó un modelo a seguir para su hija.

Catalina de Ribera nació cómo segunda hija de Per Afán. Su hermana mayor, Beatriz, heredera principal se casó con Pedro Enríquez de Quiñones, quien a partir del casamiento se convirtió en el IV Adelantado de Andalucía. El matrimonio tuvo un hijo, Francisco Enríquez de Ribera qué murió sin descendencia. Beatriz muere en 1469 y en 1474 el viudo se casa con Catalina. Los matrimonios de los linajes de Ribera y Enríquez significan la unión de dos familias poderosas bajo el apellido Enríquez de Ribera y son el origen de la Casa de Alcalá, hoy en día incorporado a la Casa de Medinaceli, los dueños de la famosa Casa de Pilatos en Sevilla.

Su matrimonio

El matrimonio reconstruye y amplia el patrimonio de las familias. Por una parte en edificaciones urbanas. A finales del siglo XV adquieren las casas que conformarán los actuales “Palacio de las Dueñas” y la “Casa de Pilatos”, siempre con la idea de dotar a sus dos hijos, Fadrique Enríquez de Ribera y Fernando Enríquez de Ribera con casas que representaban su posición social elevada.

También invierte en haciendas y terrenos de olivar en la campiña sevillana, para dar servicio con el aceite a las Reales Almonas ya que tenían el monopolio en la fabricación de jabones.

Su marido fallece el 8 de febrero de 1492 después de colaborar en las Guerras de Granada.

Catalina sigue llevando los negocios de la familia, pensando siempre en consolidar su fortuna para sus hijos pero también empieza a trabajar en proyectos caritativos, como si quisiera alcanzar la paz para su propia alma. Su gran legado es la construcción de un hospital.

La fundación del Hospital de las Cinco Llagas

Ella obtiene la bula papal para construir un hospital de caridad para mujeres pobres. El primer edificio se encontraba en la calle Santiago, en unas casas que eran de la propiedad de Catalina con una capacidad limitada de 15 camas.

Su hijo Don Fadrique toma el testigo

Ella no verá realizada la gran obra por la que será recordada siglos después. A su muerte en 1505 es su hijo Fadrique quien sigue con la labor caritativa de su madre ampliando la dotación para el proyecto y construyendo el Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre extramuros, cerca del barrio de la Macarena.

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En 1559 tiene lugar la apertura, qué en un principio estaba pensado para mujeres sin recursos pero que se amplió luego para atender también a hombres pobres.

La construcción del hospital fue un ejemplo de una nueva arquitectura, lejos del caos urbanístico de la ciudad medieval intramuros.

Fadrique había viajado a Jerusalen para visitar los Santos Lugares y a su regreso, viajando por Italia conoce obras del Renacimiento que le fascinan.

De hecho, en Milán conoce el “Ospedale Maggiore” o Ca´Grande (hoy Universidad de Milán), que sirve de inspiración para el hospital de Sevilla.

Fadrique Enríquez de Ribera se fija en los más modernos hospitales de la época. El arquitecto fue Martín de Gaínza quien diseñó un edificio de planta rectangular, con numerosos patios alrededor de los cuales se encontraban las diferentes dependencias. Las amplias galerías con numerosas ventanas permitían la entrada de sol y garantizaban una ventilación exterior. El hospital estaba dotado con salas de médicos, botica, molino, barbería, baños y abastecimiento de agua.

Los patronos y administradores eran los padres y priores de los monasterios Santa María de las Cuevas, San Jerónimo y San Isidoro del Campo. Aún así, el hospital dependía directamente de la Santa Sede y estaba exento del pago de diezmos, todo esto reconocido en bulas papales.

El hospital ha jugado un papel fundamental durante los siglos, especialmente durante las épocas de epidemias e inundaciones.

Se utilizan las instalaciones cómo centro sanitario hasta el año 1972 y tras años de abandono es elegido como sede del Parlamento de Andalucía, inaugurado el 28 de febrero de 1992.

El sepulcro en la Cartuja de Santa María de las Cuevas

El sepulcro de Doña Catalina y su esposo se pueden visitar en el Monasterio de Santa María de las Cuevas. Fue también su hijo Fadrique quien los encargó en Génova y se dice que se inspiró en la decoración de la Cartuja de Pavía.

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