Si alza usted la vista cuando pasea por la calle Alemanes entrando desde la Avenida, probablemente se haya preguntado alguna vez qué significan esas inscripciones latinas en color almagra de la parte superior de la cabecera del Sagrario, así como las tres reproducciones pictóricas que asoman en los tres vanos del segundo cuerpo.
Pues, vamos a desentrañar su significado, pero poniéndonos antes en contexto para compreneder mejor esta curiosidad de nuestro patrimonio.
Ya en época medieval hubo un humilde Sagrario o Capilla Sacramental dedicada al culto eucarístico en la zona Norte del antiguo patio de abluciones (hoy, “de los Naranjos”) de la mezquita cristianizada tras la Reconquista.
La idea de construir esas capillas eucarísticas independientes provenía del creciente auge del culto al Santísimo Sacramento. Así, desde fines de siglo XIV se organizaba la celebración festiva del Corpus Christi, aunque no será hasta el siglo XVI cuando ese fervor sacramental se generalice, siendo su gran protagonista doña Teresa Enríquez (a la que el Papa Julio II llamó “la Loca del Sacramento”, personaje a quien dedicamos ya otro artículo explicando la plaza que lleva su nombre detrás de la Iglesia de San Vicente). A ella se atribuye la fundación de las cofradías o hermandades sacramentales más importantes de la ciudad.
Pero el Sagrario medieval de la Catedral mostraba con el tiempo un grave deterioro y una excesiva modestia frente al colosal edificio gótico. Así, surgió después la iniciativa del Cabildo en favor de la construcción de un nuevo Sagrario con mayor prestancia; y sería el famoso arcediano Mateo Vázquez de Leca (para quien Martínez Montañés creó la sublime imagen del Cristo de la Clemencia) quien gestionó el comienzo de las obras en 1618, dándose por terminado en 1662.
El proyecto arquitectónico, que debía estar a la altura del templo catedralicio se debió a un equipo dirigido por el entonces maestro mayor, Miguel de Zumárraga junto a Alonso de Vandelvira (hijo del prestigioso arquitecto de la Catedral de Jaén, Andrés de Vandelvira) y el ingeniero militar Cristóbal de Rojas, quienes intervinieron sobre todo en la resolución de problemas técnicos y de cimentación (que, por cierto, sigue sufriendo el edificio hasta hoy día, motivo de su actual cierre).
Del riquísimo patrimonio artístico que atesora en su interior, hay que mencionar, en relación con nuestro tema de hoy, que en 1690 el pintor Matías de Arteaga y Alfaro, miembro de la Hermandad Sacramental de esta iglesia (hoy Archicofradía de Gloria), realizó una serie de nueve grandes lienzos de temas bíblicos relacionados con la prefiguración o antecedentes del misterio de la Eucaristía. La Hermandad aún conserva estas pinturas en su sacristía, un espacio desafortunadamente no visitable.
Pintor y grabador nacido en 1633 en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), Arteaga fue un artista barroco colorista y dinámico, muy completo, y que supo recoger en su pintura e interpretar con personalidad propia la doble influencia de Murillo y Valdés Leal, contando con amplios conocimientos de grabado, pintura, arquitectura, matemáticas, filosofía …y latín.
Dentro de la Academia de Pintura creada por Murillo y otros maestros en 1660, tuvo los cargos de secretario y cónsul, además de impartir su labor docente en la sede de la Casa Lonja (hoy Archivo de Indias).
Pues bien, de ese ciclo mencionado de nueve pinturas, sólo tres han sido reproducidas en el segundo cuerpo (con pilastras jónicas) del testero del Sagrario; de izquierda a derecha:
1.-Abraham y la ofrenda de Melchisedec.
Según el relato bíblico (Génesis. 14, 17-20), cuando Abraham volvía de derrotar a Chedorlaómer, rey de Elam, salió a su encuentro el rey-sacerdote de Salem, Melchisedec, ofreciéndole pan y vino; una clara prefiguración de signo eucarístico.
2.- Elías y el Ángel.
El relato del Libro I de Reyes. 19, 1-8, narra que el profeta, en su huida ante el anuncio de que la reina israelita Jezabel iba a ordenar su muerte, cayó sin fuerzas en el desierto, implorando a Dios que le quitase la vida. Antes al contrario, recibió la visita de un ángel que le llevó alimentos: una hogaza y un cántaro de agua. Y confortado con aquella comida física y espiritual, caminó cuarenta días hasta llegar al Monte Horeb.
3.-La ofrenda de Abigail a David. (Libro I de Samuel. 25, 2-35)
Abigail, evita las temibles represalias del rey David, a quien su marido, Nabal, había ofendido gravemente, saliendo a su encuentro y ofreciéndole pan y vino abundantes, además de otros manjares. Otra alusión eucarística a través de una acción de sacrificio, mediación y entrega; redención de culpas y propiciación de la paz.
Y, centrándonos en las inscripciones que enmarcan el espacio que acabamos de describir, leemos primero:
RECOLITVR MEMORIA PASSIONIS EIVS
Frase extraída del texto en prosa, atribuido a Santo Tomás de Aquino, titulado “O Sacrum Convivium”:
“O sacrum convivium!
¡Oh, sagrado banquete!
en quo Christus sumitur,
en el que se recibe a Cristo,
recolitur memoria passionis eius,
la memoria de su pasión se renueva,
mens impletur gratia,
el alma se llena de gracia,
et futurae gloriae nobis pignus datur.
y se le da una prenda de la gloria futura para nosotros.
Aleluya”.
Y en los espacios cajeados entre las pilastras jónicas centrales, leemos cuatro inscripciones más:
Superior izquierda.
O MAGNVM PIETATIS OPVS(I)
Primera frase de la Antífona (cántico repetido) de Vísperas y Laudes en la Exaltación de la Santa Cruz (14 de Septiembre):
“O magnum pietatis opus;
mors mortua tunc est,
quando hoc in ligno mortua vita fuit.
Oh! Magnífica obra de piedad.
Murió la muerte cuando en el madero murió la vida”.
Inferior izquierda.
OMNIA TRAHAM AD ME IPSVM
Frase tomada de un versículo del Evangelio según San Juan, 12. 32
“…et ego si exaltatus fuero a terra omnia traham ad me ipsum.
Y yo, cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí”.
Superior derecha.
O MORS ERO MORS TVA
Expresión tomada del Libro del profeta Oseas, 13.14 en la versión de la Vulgata (muy diferente del texto de la Biblia Católica actual). También en I. Corintios, 15.55. Utilizada en la Antífona de Laudes del Sábado Santo.
O mors, ero mors tua; morsus tuus ero, inferne.
Oh, muerte! Yo seré tu muerte, seré tu aguijón, infierno!
Inferior derecha.
OMNIS TERRA ADORET TE
Alabanza de la Antífona de Entrada para la Misa I de Tiempo Ordinario; un himno de acción de gracias del versículo 4 del Salmo 66 (según versiones, 65),
Omnis terra adoret te, Deus, et psallat tibi; psalmum dicat nomini tuo, Altissime.
Que toda la Tierra Te adore, oh Dios, y toque para ti. Que cante salmos a tu nombre, Señor!
Y ya por último, terminamos refiriéndonos a la parte baja o primer cuerpo (con pilastras dóricas) de este lienzo pétreo, del que sólo nos queda mencionar esas pintadas o “graffiti” en color almagra que salieron a la luz durante las labores de limpieza de este lado Norte de la Catedral allá por 2009.
Es lo que se conoce como “Vítores” a partir de un “Vítor”, un simbólico anagrama derivado de las legiones del Bajo Imperio Romano, que contiene las letras de la palabra V-I-C-T-O-R, y que fue adoptado por varias universidades españolas, como la de Salamanca, Alcalá de Henares o Sevilla.
Podríamos considerarlo como una especie de “gamberrada pictórica” perpetrada por amigos o parientes y permitida en los siglos XVII y XVIII como reconocimiento público hacia quienes conseguían doctorarse en su especialidad. Equivaldría a un ¡Viva…! de celebración del fin de la etapa académica y habiendo alcanzado el máximo grado.
Para conseguir ese tono podía emplearse aceite mezclado con algún pigmento mineral o vegetal, o incluso sangre de animal.
Este tipo de inscripciones, pueden observarse también en torno a la portada del Sagrario (en Avda. de la Constitución), así como en el Archivo de Indias en su lado Norte, frente a la Catedral (calle Fray Ceferino González -que fue Arzobispo de Sevilla a fines del siglo XIX-).
¡Si le apetece conocer más historias y curiosidades de nuestros monumentos, déjese guiar por los profesionales de Citytour Sevilla!